Dentro de un mes los peruanos vamos a elegir al nuevo presidente del Perú y al próximo Congreso, y es en esto último en lo que quiero centrarme en estas líneas, pues si bien un tercio de los peruanos aún no decide por quién votará para jefe de Estado, para el caso de los postulantes al Poder Legislativo hay más opciones, muchas de ellas buenas y muy distintas a las que hemos visto calentando escaños durante las últimas décadas.

El voto preferencial tan cuestionado por algunos, nos permite elegir a la persona que queremos ven como nuestros representantes, fiscalizadores y productores de leyes. Si en los últimos años hemos estado hartos de los impresentables y buenos para nada, ha sido porque los hemos elegido los peruanos, y nadie más. A los que se fueron de fiesta en plena pandemia, o tienen problemas con la justicia o no saben ni dónde están parados, los pusimos con nuestros votos.

Para este proceso que se da en un momento crucial para el Perú, no podemos repetir los errores. Y para eso deberíamos elegir a las mejores opciones que hay en las distintas agrupaciones. Se necesita gente honesta, con conocimientos en el manejo del Estado o de diferentes disciplinas. Es urgente poner gente capaz y no sinvergüenzas, payasos, figurettis, o a quienes ni saben lo que es un poder público o que creen que el parque automotriz es para que jueguen los niños.

Si para la Presidencia de la República tendremos que optar nuevamente por el menos malo, en el caso del Congreso la cosa puede ser distinta si seleccionamos a los mejores postulantes, que los hay. Votemos por los que hacen propuestas coherentes y tienen iniciativas válidas para un país en crisis que no puede quedar en manos de irresponsables como los que vemos hoy dando leyes que más tarde el Tribunal Constitucional tiene que tirar al tacho de la basura.

Votemos bien, y más tarde no estemos saliendo a la calle a gritar que aquellos que elegimos libremente, “no nos representan”. Eso lo hemos visto en noviembre último, a escasos meses que el nuevo Congreso asumió funciones. Hoy no estamos para votar como sea, salvo que soñemos con ver un país rumbo al abismo. Si el nuevo mandatario no nos va a generar muchas expectativas, elijamos un Poder Legislativo bueno de verdad y a la altura de los retos.