El gobierno ha declarado en emergencia el norte del país por déficit hídrico debido a la escasez de lluvias que tuvimos la temporada pasada y debido a que, analizando los pronósticos globales, esto podría mantenerse. Se ha actuado bien en la toma de decisiones a ese nivel.

Ahora debemos hacer seguimiento al estudio para aplicarlo en cuencas y regiones, con el fin de aprovechar la poca cantidad de agua de lluvias que va a caer. El objetivo final debe ser el atender a los sectores afectados, sobre todo el agrícola.

Conoce a tu enemigo como a ti mismo, dijo un Sun Tzu, y aprovechemos sus debilidades. Sin embargo, mientras que el sector agrícola ya toma sus medidas de protección porque desde ahora está vigilando, otros podrían verse beneficiados como el sector construcción, ya que van a poder transportar y construir sin demorar o paralizar sus obras por huaicos, cierres de carreteras o demás. Nada de eso habrá.

El transporte de minerales y otros insumos de la selva a la costa también se verían beneficiados debido a que no habrá inconvenientes en las vías, que serán más fluidas. Asimismo, el turismo, tan importante en las playas del norte, estaría en condiciones de planear mejor sus ofertas, y concentrarse solo un enemigo que sería el COVID-19 mas no en emergencias generadas por fenómenos naturales.

El sector Salud y las FFAA podrán llevar las ayudas a toda esa gran población del norte con mayor seguridad porque los eventos climáticos serán menores. También se podrá disponer mejor de los recursos económicos y derivarlos a otras regiones, que sí necesitarán atención ante los fenómenos meteorológicos. Me refiero, por ejemplo, a la sierra central (incluyendo las zonas altas de Lima), que va a tener más lluvias de lo normal. Perdiendo por falta de lluvias en un sector, podemos ganar en otros.