En política -claro está- es difícil ponerse de acuerdo. No tanto en el “qué”, pues al fin y al cabo, hay un denominador común en el que todos coincidiremos: el mejor sistema de salud posible, educación de calidad, seguridad, vivienda digna… todos buscamos lo mejor para el resto. El ‘bien común’. Las divergencias se generan en el “cómo”. Algunos dirán que la mejor manera de alcanzar el bien común es estatizando los medios de producción. Otros dirán que el libre mercado es la manera más eficiente. Y nosotros votaremos por el candidato cuyo cómo nos convenza más.

Ahora, para gobernar se tiene que conciliar. Se tiene que escuchar a quienes piensan distinto y construir a partir de mutuas concesiones. Y esa es una cualidad que un gobernante debe tener.

En campaña, sin embargo, los votos se ganan con ideas y propuestas claras. Así, un acercamiento entre personas cuyo cómo difiere tan radicalmente puede ser interpretado como falta de coherencia. Este es el caso de Hernando de Soto y Jorge Paredes Terry. De Soto representa el valor de las libertades y el libre mercado. Paredes Terry tiene vínculos con Antauro Humala, quien nunca ha ocultado sus tendencias autoritarias.

Yo no considero que dialogar con personas de un matiz ideológico distinto esté mal. Por el contrario, creo que es necesario. Sin embargo, que un personaje con ideas consideradas radicales, como lo es Paredes Terry, sea percibido como parte de una candidatura liberal, podría terminar alienando a quienes serían votantes naturales de esta última.

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