Si hace algunas semanas fuimos testigos de la polémica que se generó en el ámbito cinematográfico local con el estreno en Netflix de la película peruana “Hasta que nos volvamos a encontrar”, pues no dejen de darle una mirada a las críticas en los medios argentinos y al alboroto en redes de ese país por el lanzamiento en la citada plataforma de “Granizo”, cinta protagonizada por Guillermo Francella. Tal como sucedió con la producción nacional, a más comentarios demoledores, más éxito está obteniendo en su recorrido por el streaming la historia gaucha dirigida por Marcos Carnevale. “El filme se ha ubicado como el segundo más visto de habla no inglesa en el mundo y es número uno en casi todos los países de América Latina. Como era de esperarse, ese eterno enfrentamiento entre los críticos y el público que respalda al producto generó declaraciones del director de la película, que, si cambiamos de nacionalidad podría ser tranquilamente de uno de sus colegas peruanos también indignado por un cargamontón.

“Enojaron los números que hizo, porque puso de manifiesto un sentimiento de autodestrucción, si a una película argentina le va bien en el mundo, ¿por qué la bajamos? Es hasta suicida”, expresó. Al margen de los virtudes y errores del filme, que los tiene y que sabrán identificar los especialistas, nos quedamos con la lectura acerca de una historia que pone en evidencia la cultura de la cancelación, el éxito y la hipocresía. La trama gira en torno al meteorólogo Miguel Flores, quien falla a la hora de emitir un pronóstico y pasa de  ser el más querido por la audiencia, al más odiado por un error al no advertir sobre la caída de un granizo que iba a azotar a Buenos Aires. Y precisamente esto es lo que le está pasando a Francella que de ser el más amado en su país, hoy hasta lo señalan como cómplice de exportar la mediocridad al mundo, y es el ejemplo de lo que le sucede a muchas figuras de la industria del entretenimiento a los que no se les perdona un error. Todos tienen que estar a la medida nuestra, a cumplir expectativas ajenas, no se les puede ocurrir fallar porque inmediatamente se convierten en un producto desechable. Terminan siendo víctimas de un granizo gigante que los destruirá, como sucede en la película.

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