Nombrar cinco ministros al mes es otra marca que impone el Gobierno en menos de un año. Por supuesto, una marca que genera incertidumbre. El presidente Pedro Castillo es el gran responsable. Su incapacidad y falta de competencia en el cargo hace que vuele por los aires cualquier intento de estabilidad. Si a esto le sumamos la señales de corrupción no hay ninguna posibilidad de enderezar el rumbo y solucionar la grave crisis por la que atraviesa el país.

Dicen los especialistas que un líder tiene “que gestionar expectativas y cuando estas desaparecen, se hace mucho más difícil la conducción” de un grupo, una región o un país. Evidentemente, ya desapareció toda expectativa por la gestión del jefe de Estado y no hay indicios que esto cambie. Si hasta ahora se han tenido cuatro gabinetes ministeriales, con la posibilidad de un quinto antes del 28 de julio, todo indica que no hay un proyecto serio en el Gobierno.

Designar seis ministros del Interior en once meses es descomunal. Justo en un sector en el que se necesita un plan firme y coherente para luchar contra la inseguridad ciudadana y la corrupción.

Hay inestabilidad también en el Ministerio de Desarrollo Agrario y Riego, por el que pasaron cinco titulares, muchos sin ningún mérito para estar en el puesto.

Hay un dicho que reza: “Para tan poca salud, más vale enfermo”. Hoy por hoy parece que Castillo es consciente de su endeble situación y no tiene otra que mostrarse débil y desvalido. Eso puede servir para victimizarse, pero el problema es que se anula para dirigir los destinos de millones de peruanos. Así no hay condiciones para que siga donde está ni país que aguante.