Hasta el cierre de este editorial, el gobierno no había llegado a ningún acuerdo con los trasportistas que habían amenazado con realizar desde hoy un paro indefinido, al que se plegarían agricultores y ronderos, lo cual de por sí es una situación crítica que se agrava si tenemos en cuenta que la administración de Pedro Castillo es precaria e inepta, y por lo tanto incapaz de afrontar cualquier situación extrema.

Para el mandatario debe resultar muy extraño estar ahora en el rol de autoridad, cuando hasta hace poco era un inimputable sindicalista y agitador de plazuela que en 2017 no tuvo el menos reparo en hacer una huelga y parar la educación de los más pobres, a fin de que sus agremiados reciban aumentos de sueldos sin ser evaluados.

Varios congresistas de la llamada “bancada magisterial” saben muy bien de esto, pues alguno de ellos ha desaprobado hasta en seis oportunidades, pero igual querían su aumento.

Ahora afrontamos una crisis con los transportistas que hasta podría provocar desabastecimiento, y del lado del Estado tenemos a un gobierno plagado de incapaces, envarados y buenos para nada que habrá que ver qué hacen para salir de esta situación que podría paralizar al país desde las primeras horas de hoy. El pronóstico no es nada bueno. Estamos en las peores manos. A tomar precauciones.