El Perú y todos los peruanos estamos pagando las consecuencias de haber elegido en 2021 a gente que sin duda no estaba a la altura de los cargos a los que postularon. Nos referimos tanto a Pedro Castillo como a Dina Bolaurte, tristes personajes que no saben cómo llegaron a Palacio de Gobierno, de donde el primero salió por la puerta falsa y directo a la cárcel, mientras la segunda quizá vaya por la misma ruta.
Sabíamos cuál era la oferta de Perú Libre en las elecciones generales del 2021. Sin embargo, los odios y “antis” nos llevaron a tener al frente de un país en crisis que se reponía de una brutal pandemia a un casi iletrado como el profesor chotano, y luego a una señora cuya aspiración máxima no pasaba de ser presidenta del Club Departamental Apurímac y administradora de una oficina de Reniec.
Esta misma señora es la que vemos hoy imposibilitada de justificar el origen de unos relojes con los que alguien oscuro la deslumbró, lo que ha generado una situación que está poniendo en juego la estabilidad de un país que tiene que avanzar para atender los problemas de los más necesitados.
Sin duda, el Perú, no merecía estos gobernantes.