A 12 días del inicio del gobierno del profesor Pedro Castillo, muchos peruanos sentimos que el país tiene un presidente invisible, ausente, que huye de la prensa con la evidente intención de no declarar y evitar que esta acompañe sus actividades oficiales. ¿Algo que ocultar o que la población no deba conocer? En democracia, esto es un claro síntoma de sesgo autoritario que no debería pasar desapercibido. La narrativa inicial del discurso de asunción presidencial, sesgada en innecesarias alusiones al clasismo y racismo, con aroma estatista y antisistema, continúa causando honda preocupación en el país.

El presidente Castillo, parece haber olvidado que ya no es un candidato a la Presidencia y que ya no responde a los intereses o consignas de los miembros del partido marxista, leninista que lo enrumbo al poder, sino que, ahora, debe responder a todos los peruanos por igual.

“Antes de iniciar la labor de cambiar el mundo, da tres vueltas por tu propia casa” reza un sabio proverbio chino y haría bien el presidente Castillo en pregonar con el ejemplo. Su clara y permanente alusión a que gobernará “combatiendo” la corrupción, debe llevarlo, por ejemplo, a deslindar claramente de correligionarios condenados por distintos delitos e incluso comprendidos en sendas investigaciones fiscales y designar nuevas autoridades que sean probas y respondan a un perfil técnico, experimentado y capaz de llevar adelante la enorme responsabilidad de gobernar el país.

El primer gabinete ministerial no parece haber sido elegido con cuidadoso afán de tender puentes o construir consensos para gobernar pensando en el bienestar de todos sino, más bien, para devolver favores de campaña y conducirlo como buque insignia de “colisión” hacia aquel poder del Estado que representa a la Nación: el Congreso de la Republica; con franca intención quizá, de forzar su futura disolución y completar un estructurado plan de toma de la democracia en el Perú.

El inicio de este gobierno, confuso, desarticulado e inexperto, ha puesto en vilo al país: ha encendido alarmas en la economía que han disparado el tipo de cambio, la inflación y reducido el pronóstico de inversión privada y crecimiento del PBI para fin de año, perjudicando a los más pobres, que han visto súbitamente elevados los precios de los productos básicos y precarizada la economía familiar. 76% de la población considera que el nuevo Premier no debe ocupar el cargo y apenas 39% aprueba al nuevo Presidente, según última encuesta nacional de Datum. El pueblo “desaprueba”, que lo escuchen todos por favor.