Este 23 de abril, se conmemora la primera edición de El ingenioso don Quijote de La Mancha de Miguel de Cervantes Saavedra, en sistema Braille. Este invento que permite a personas invidentes -privadas de contemplar las incontables maravillas de la naturaleza-, saborear la celebérrima novela cervantina, ocurrió en 1925. Por cierto, El Quijote es una novela que me roza casi imperceptiblemente, pues durante la destrucción de la biblioteca de don Quijote; “bilioticidio” propiciado por el cura y el barbero, ocurrido en el capítulo VI de la primera parte del libro, se menciona la obra catalana Tirant lo Blanch (1490), escrita por Joanot Martorell, que fue salvada del incendio. Sobre este libro, Mario Vargas Llosa, escribió la Carta de batalla por Tirant lo Blanc, un ensayo magistralmente escrito, donde analiza con la minuciosidad de una lente microscópica, la obra de Martorell. Volviendo al asunto de nuestro interés, conviene mencionar que el sistema braille, fue inventado en 1829 por el pedagogo francés Louise Braille, quién quedó ciego prematuramente en un accidente doméstico. El diseño táctil ideado por Braille, permite a los visualmente desfavorecidos, conocer las grandes obras de la humanidad. La referencia cinematográfica obligada es El libro de Eli del año 2010.
El personaje central -descubrimos al final del film- padece ceguera y porta la Biblia. El personaje, no solo lee la palabra revelada a través de los códigos elaborados por el inventor francés, sino que almacena con extrema puntualidad en su prodigiosa memoria, cada uno de los versículos. ¡Perpetua memoria para Braille!, el hombre que despejó las tinieblas de las miradas de los desfavorecidos.