Momento decisivo. Con la peor pandemia de la historia y números escalofriantes que casi superan en cuatro meses a los 60 mil muertos que nos dejaron las dos décadas de la embestida senderista contra el Estado. Momento sumamente penoso que sin embargo no ha motivado el acuerdo político indispensable para ayer y aún más para hoy. La realidad manda.
La emergencia sanitaria nos ha traído el desafío de luchar por la defensa de la vida de miles de peruanos, en especial de los más pobres. y también el de enfrentar una pavorosa crisis económica con dos millones y medio de desempleados formales y otros tantos informales.
La caída de la producción es enorme, similar a la posterior a la Guerra del Pacífico, a lo que se agrega el tercer desafío que es el político-democrático-electoral. Ojalá estuviéramos entre los pueblos gladiadores que renuevan resistencias y valores para enfrentar el mal en fondo y forma.
La pandemia ha traído muertos y pobreza en todo el mundo, en unos países más que en otros, como en el nuestro. Y también concentración del poder, autocracias, limitación de derechos y libertades. Estamos bien ubicados en el ranking de la ineficiencia universal, gastando y perdiendo mucho en vidas y productividad económica.
Y ahora agregamos una contienda electoral con grandes riesgos ocultos. El actual gobernante pretendió reeditar con torpeza la confrontación que llevó al cierre del Legislativo pasado. Pero los tiempos son distintos, miles de muertos –según las cifras oficiales– y una recesión que destruirá más del 15% del PBI según el Banco Mundial, que incrementará o llevará a la pobreza a millones de peruanos. La guerra no puede ser entre peruanos.
La autocracia acecha y los populismos y antisistema son la cereza del pastel de la destrucción que sectores irresponsables nos invitan electoralmente a degustar. Para enfrentar estos 3 desafíos estamos todos y cada día cuenta.