Construir Estado y sociedad es un proceso permanente e inacabado. Por eso nos incumbe a todos los peruanos, a todos los que somos parte de este maravilloso país, porque significa pasado, presente y futuro de la ciudadanía.
La política es una actividad humana que busca desarrollar procesos sociales y por ello debiéramos participar en ella, colectiva y solidariamente, presentando propuestas de solución de nuestros problemas con lo que avanzamos en construir institucionalidad o los mecanismos de viabilidad de la convivencia social con propuestas políticas programáticas.
En política como en toda actividad humana el error, el equívoco, tiene una alta probabilidad de ocurrencia. Cuando nos equivocamos tenemos que aprender a reconocer el error y tratar de enmendarlo, pero ello requiere la actuación de buena fe, poniendo por delante los intereses de la sociedad y el país.
Desde hace buen tiempo la palabra de los políticos ha perdido valor.
En 1990 resultó elegido Alberto Fujimori prometiendo no aplicar el llamado “reajuste o paquetazo” pero al ganar aplicó un fortísimo plan de reajuste económico. En las últimas elecciones municipales el ganador Rafael López Aliaga ofreció “convertir a Lima en potencia mundial”, que “compraría 10,000 motocicletas” para combatir la delincuencia, “que eliminaría los peajes corrutos” y, a más de un año de gestión, ha avanzado poco o nada.
Cuando se propone soluciones en política, se necesita debatir sobre viabilidad y pertinencia y para ello se requiere palabras y mensajes con dosis de verdad, creer en los planteamientos y hablar con sentido común para poder encontrar acuerdos y soluciones.
Es imprescindible recuperar la política sin mentiras ni propuestas demagógicas e inviables. Siempre es momento de honrar nuestra palabra.