Empezó la semana y el presidente Pedro Castillo no podía dejar de lado la victimización y la demagogia. Esta vez sucedió en Chorrillos, a donde el mandatario acudió para decir frente a un grupo de pescadores artesanales que hay “un sector político al que no le gusta que esté del lado del pueblo” y ofrecer la creación del Ministerio de Pesquería, que fue desactivado a inicios de siglo y convertido en viceministerio como parte del sector Producción.
El mandatario debería entender que el rechazo que genera su administración no viene de la nada o por el hecho de que él sea “profesor, rondero o agricultor” como indica a cada momento, sino por la incompetencia reinante y sobre todo por las manchas de corrupción que alcanzan a él mismo, a su familia y a su entorno más cercano. ¿Por qué los peruanos tenemos que aceptar un gobierno así? ¿Se están levantando el Estado y quieren aplausos?
Evidencias hay de sobra. Las tiene el Ministerio Público, esa entidad a la que el mandatario se niega a responder cada vez que es citado, no sin antes montar un show en las calles para hacer creer a los inocentes que no se corre de las investigaciones, a las que se podría sumar una más por el caso de los vuelos presidenciales. Eso no es invento de los “golpistas”, de la “derecha” ni de la prensa independiente a la que detesta como buen radical que es.
De otro lado, el presidente Castillo ofrece a los pescadores un Ministerio de Pesquería, como en el pasado. Antes de creerse este cuento soltado para ganar aplausos, los abnegados hombres de mar deberían saber que el actual régimen lleno de incompetentes, envarados y corruptos no ha sido capaz de poner a caminar el aún inexistente Ministerio de Ciencia y Tecnología, ni de al menos cambiarle el nombre al Ministerio de Cultura por el de “Ministerio de las Culturas”.
Es fácil victimizarse, culpar a los otros y luego salir a ofrecer cosas irrealizables para ganar aplausos y quizá algunos puntitos en la siguiente encuesta, con el agravante que esto lo hace ante pescadores artesanales, que son parte de un sector con múltiples necesidades y que requiere un trabajo serio de parte del Estado, algo muy difícil de pedir a un presidente que suele nombrar a sus amigos y amigotes en cargos públicos.