En el Día de la Mujer, me permito destacar el rol que cumplió una mujer en el corto periodo de gobierno liderado por Pedro Castillo, el régimen que puso en vilo al país, que representó el mayor riesgo para la continuidad de la democracia y nos colocó a un paso de caer en las fauces omnívoras del comunismo. Se ha dicho mucho de la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, pero es incuestionable que quedará en la historia. Fue el motor rugiente que interpretó con rigor el rol que le correspondía y que iba más allá incluso de su función en el Ministerio Público: Entendió que convivir con la corrupción del poder era una deshonra para el país. Un país dirigido por una organización criminal nos colocaba en el nivel de narcoestados como México, cuya convivencia con el narcotráfico trasciende partidos y gobiernos. Benavides entendió, desde un inicio, que la lucha contra la corrupción de Castillo iba mucho más allá de los millones de soles que esa banda de pistoleros de saco y corbata se levantaban, sino que su vigencia era un golpe mortal para la moral pública y que hacía flecos la maltratada bandera de la democracia. Se enfrentó así, con escasa ayuda, a una turba de desalmados y puso, literalmente, en riesgo su vida. No era por supuesto cualquier grupo de rufianes organizándose desde los rincones de su clandestinidad sino, todo lo contrario, el clan criminal más poderoso del país que tenía a su disposición toda la logística, dinero e influencias para atentar contra Benavides, su enemiga más encarnizada. La detención, ayer, de Jorge Hernández Fernández, “El Español”, y la revelación de sus oscuros planes, así como la primera orden de Castillo tras su golpe (detengan a la fiscal de la Nación) son la demostración más clara de que los facinerosos siempre estuvieron dispuestos a sacársela de encima a cualquier precio. Benavides nunca se amilanó ni retrocedió. Avanzó todo lo que pudo con las armas de la ley para exponer ante el país y el mundo la sanguaza maloliente que despedía Palacio, aún a costa del riesgo que representaba para su integridad. Desde aquí mi homenaje a ella y a las valientes mujeres del Perú.

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