Estamos cansados. Cansados de que nadie asuma responsabilidades, de que las decisiones más importantes del país sean postergadas indefinidamente y de que la inacción se disfrace de gestión pública para conveniencia de algunos pocos que lucran del caos y la debilidad del Estado.
Estamos cansados de los acuerdos bajo la mesa, que la corrupción nos quite las oportunidades de presente y del futuro. Estamos cansados de que no exista justicia. La impunidad se ha convertido en una constante, donde los responsables de la corrupción y el mal manejo de recursos públicos rara vez enfrentan consecuencias reales. Las investigaciones se dilatan, los casos se archivan y la sensación de desamparo crece entre los ciudadanos.
Estamos cansados de la guerra entre instituciones. Estamos cansados que las agendas personales pesen más que la agenda país que a todos debiera convocar. Defender el bien público es cada día más difícil, defender lo correcto es casi una afrenta.
Estamos cansados de vivir siempre en vilo, sea porque nos roban o maten en la calle. Estamos cansados de no progresar como país, de que cada crisis sea una excusa para la improvisación y no un llamado a la planificación y la reforma. Mientras otras naciones consolidan su desarrollo con políticas públicas bien estructuradas, en el Perú seguimos atrapados en el cortoplacismo y la politiquería.
Estamos cansados de la mala política, de los discursos vacíos y de los gobiernos que priorizan intereses personales sobre el bienestar nacional. Estamos cansados de estar cansados, de la mediocridad, del paseo, de lo superficial.
Cansémonos de nuestra pasividad pues con ella no lograremos cambiar nada. Nuestro futuro depende de ello.