La violencia que se vive en Trujillo y en general en la región La Libertad no es de ahora. Desde hace por lo menos 15 años esa zona del país se ha visto tomada por bandas de delincuentes, principalmente extorsionadores que desde la primera década de este siglo decidieron “sacar la suya” del crecimiento económico generado sobre todo por la agroexportación en la costa, y la explotación minera en la sierra siempre de difícil acceso pese a los recursos que genera.

Trabajé en Trujillo como director de Correo La Libertad entre los años 2010 y 2012, y bandas como Los Pulpos y La Jauría, cuyas disputas por el cobro de cupos habrían generado el crimen del sábado último en el principal mall de la ciudad, ya hacían sentir sus actos de violencia con el empleo de menores de edad para los ajustes de cuentas a través de acciones de sicariato. “Gringasho” fue solo el gatillero más conocido.

Hoy la situación está desbordada y es poco lo que se puede esperar. Por un lado el gobernador regional, César Acuña, anda pensando más en sus viajes a Europa y en inaugurar estatuas doradas en su honor, que en trabajar por quienes lo eligieron. Mientras, al alcalde trujillano, Arturo Fernández, solo le interesa prolongar la fecha en que debe ser indefectiblemente vacado del cargo por tener una sentencia judicial vigente. Un desastre.

Tras el crimen en el mall, el primero de ellos ha pedido la presencia del Ejército, como si no supiera que esa experiencia ha fracasado en tres distritos de Lima. Al burgomaestre, por su parte, no se le ha ocurrido nada mejor que clausurar el centro comercial por 30 días y pedir su demolición. No es broma, es ha dicho la principal autoridad trujillana que desde que inició su gestión se peleó con la Policía Nacional y sólo hizo noticia por sus escándalos, exabruptos y problemas judiciales.

Y de otro lado, el Gobierno Central sigue sin una estrategia coherente para hacer frente al crimen en La Libertad, Lima y todo el país. La situación es dura, pues cada día que las autoridades pasan dando palos al aire sin acertar en el blanco, más vidas se pierden y la economía se resiente debido a la inseguridad que se traduce en extorsiones, crímenes y amenazas de muerte a empresarios y hasta a pequeños emprendedores. Si no hay “Plan Boluarte”, ¿qué tenemos?