En la ceremonia por el Día de la Medicina, el presidente Pedro Castillo expresó que Alcides Carrión se inoculó el virus (para contraer la verruga peruana) en beneficio del país y “hoy se ha metido el virus de las interpelaciones y censuras”. ¿Y el virus de la corrupción? De eso no comentó nada. Es más junto a él estaba el presidente de EsSalud, Mario Carhuapoma, denunciado por presuntos actos ilícitos. Parece que ese tema no le interesa. ¿Y el virus del senderismo? Tampoco dijo nada. Es más, minutos después acudió a la sede del ministerio de Trabajo para reunirse con su titular, Iber Maraví. El saludo efusivo y las sonrisas acapararon los flashes. Si el jefe de Estado habla poco, ayer sus gestos dijeron mucho. Graficaron el respaldo del Gobierno a un ministro tan cuestionado y rechazado por los peruanos debido a sus presuntos vínculos con el terrorismo, a tono con la cerrada defensa de la bancada congresal de Perú Libre.

No sabemos si Castillo no visualiza este problema en su real dimensión, pero si sigue apostando por funcionarios de su Gobierno tan discutidos por sus supuestos nexos con el senderismo o la improvisación, solo generará más incertidumbre e inestabilidad política. El único futuro será un país fragmentado y aniquilado por la crisis.

Es momento que el Congreso se manifieste. No más impasividad y complacencia de los que deben ser nuestros garantes de la democracia.