En medio de una maratónica jornada, el Congreso cumplió su labor de control político y realizó el proceso de interpelación al ministro de Trabajo, Iber Maraví. El centro de la discusión también involucró al premier Guido Bellido y hasta el presidente Pedro Castillo, quienes siguen sin dar la talla para resolver esta crisis política. Está claro que si el Jefe de Estado tiene una perspectiva histórica no puede tener en el Ejecutivo a personajes que lo hagan virar al pasado, a los tiempos más negros de nuestro país. “En política quien no avanza, retrocede”, decía un conocido estadista. Y hay mucha razón en esa frase. Si no se prioriza la estabilidad política y el restablecimiento de la confianza, no habrá buenos augurios por el devenir democrático del Perú.
La mayoría de peruanos tiene en claro que ha sido muy nocivo para los intereses del país que en el gabinete ministerial haya personajes con un pasado tan tenebroso y oscuro como el de Maraví y otros. Muchos congresistas también lo han dejado en claro en sus intervenciones. Un proyecto común y un concepto de convivencia son imprescindibles para la gobernabilidad. Y esto solo será posible sin políticos extremistas o con una trayectoria de denuncias por presuntas vinculaciones con el terrorismo. Se necesita ministros idóneos, capacitados, pero también con conductas honestas y con credenciales democráticas.
Como no hay liderazgo político claro desde el Gobierno, la situación del país exige que el Congreso se ponga a la altura de las demandas de los peruanos.