La censura al ministro de Energía y Minas, Rómulo Mucho, y la asunción al cargo de su reemplazante, Jorge Luis Montero, era una buena oportunidad para que la presidenta Dina Boluarte refresque el gabinete que en estos momentos, tal como está, más es un lastre que un equipo que sume a una gestión de gobierno de por sí opaca como es la que encabeza quien fuera vicepresidenta del golpista Pedro Castillo.
La mandataria ha preferido mantener en sus cargos a los muy cuestionados ministros del Interior, Juan José Santiváñez; Desarrollo e Inclusión Social, Julio Demartini; Educación, Morgan Quero; Economía y Finanzas, José Arista; y Salud, César Vásquez, el hombre de César Acuña en el Ejecutivo, todos los cuales hace tiempo deberían estar en sus casas, en lugar de manejando sectores vitales para el avance del país.
Sin embargo, el cambio principal ha debido venir desde la Presidencia del Consejo de Ministros, pues Gustavo Adrianzén parece haber sido superado por los vendavales políticos que atraviesa un régimen que no cuenta con bancada, partido político, voceros ni escuderos, y que está al frente de una novata en estas lides como es la señora Boluarte.
A estas alturas, entendemos que hay un consenso para que la mandataria se quede en el cargo hasta julio del 2026, salvo el parecer de algunos radicales y aventureros de por ahí. Sin embargo, para que eso sea posible, pues es lo menos traumático para el país, es urgente replantear un gabinete que en estos momentos es un lastre para el gobierno y el país.