Que “justos paguen por pecadores”, como solemos decir en nuestro país cuando una mayoría se ve perjudicada por un puñado de irresponsables, es la frase que bien encaja con la exclusión del norte del país en la reactivación económica.

Pero, en tiempos de Covid-19 todo tiene su consecuencia. Mala, por supuesto. El presidente Martín Vizcarra no lo entiende así, sino que está falazmente convencido de que salvará la salud de los norteños excluyéndolos del reinicio de actividades económicas en su fase 2.

Parece que un grupo de sus ministros, a quienes les ha ordenado velar por el bienestar de esta parte del país, que incluye la franja costera norte, ha optado por el facilismo de no abrir el quiosco por temor al contagio. Una lavada de manos, en vez de una propuesta concreta.

El más grande error de una gestión es su inacción, como lo es también pensar que solo el tiempo solucionará las cosas. ¿Cuál es la estrategia del gobierno para sacar del apuro al país? Al parecer, ninguna. Por eso se opta por lo simple.

Según la estimación del año pasado de Perucámaras, las economías de La Libertad, Piura y Lambayeque aportan cerca del 78 % del Producto Bruto Interno (PBI) de la macrorregión norte (69,727 millones de soles); esta, a su vez, contribuye con el 12.8 % del PBI nacional. ¿No era importante aceitar esta rueda?

Sí, es cierto, la salud es primero. No obstante, si las cifras (de casos y muertos por Covid-19) no se reducen ¿nos quedamos de brazos cruzados? Por ahora, lo único que se ha conseguido es darle cabida a la informalidad, en el lugar que debieran ocupar aquellos comerciantes y empresarios formales.