La democracia es el único sistema de gobierno que ha emergido triunfante a través de la historia y del tiempo. Pero hoy, pareciera estar bajo el ataque de un nuevo contexto de orden global. Disfrazados de “modernidad”, algunos sectores buscan implantar una nueva forma de democracia-autocrática, de poder individual y no colectivo. Funciona así: “si tus argumentos difieren de los míos, pasamos al ataque de adjetivos y a la descalificación moral, subyaciendo la exposición de ideas a la imposición de las mismas”.
Más de la mitad de los 194 países reconocidos por las Naciones Unidas tienen hoy gobiernos democráticos. El principal riesgo para la democracia moderna lo encarna la tiranía de discursos verticales o falaces, que privilegian la esencia singular de diferentes principios o situaciones y proscriben el libre ejercicio a discrepar.
De acuerdo a Geoff Mulgan, Director Ejecutivo de NESTA, las cosas más valiosas que puede crear un gobierno democrático son “intangibles” y van desde la confianza, el conocimiento, las capacidades e instituciones seguras, hasta la felicidad. No es la tecnología la que mueve la sociedad hacia adelante, sino la gente detrás de ellas (Democracia sin libertad no es democracia).
En pleno siglo XXI, más de dos tercios de los seres humanos están conectados a internet y hay más celulares en el mundo de lo que uno puede imaginar. Así, la información y el conocimiento, resultan ser las nuevas fuentes de poder en la democracia que, indiscutiblemente, ha contribuido al progreso humano, al punto que las Naciones Unidas la considera como un indicador de desarrollo humano. Y claramente definen que la democracia se ejerce a través de la voluntad libremente expresada.
Viviendo en plena democracia en el Perú, todas las posturas y opiniones que generen debate sobre cualquier tema (de cualquier naturaleza), debe ser atendido con respeto y tolerancia, y cualquier discrepancia debe enfrentarse con un debate alturado de ideas y argumentos. No con adjetivos ni descalificaciones. Recordemos que la intolerancia es el reflejo de la autocracia de las ideas y que, emulando a Karl Popper, “…si no nos hallamos preparados para defender una sociedad tolerante contra las tropelías de los intolerantes, el resultado será la destrucción de los tolerantes y, junto con ellos, de la tolerancia”.
Mantengámonos alertas y no permitamos que nuestras ideas, opiniones y principios sean diluidos por quienes, vistiéndose de demócratas, alientan la autocracia y la tiranía de su propia verticalidad.