Estos son meses cruciales en la vida escolar de los alumnos que están por concluir el quinto de secundaria. Tutores, padres de familia, representantes de universidades, familiares, etc. bombardean a los adolescentes para decidir por alguna carrera, principalmente, universitaria. Esto está muy mal porque “la decisión vocacional es muy personal” que debe tomarse oportunamente, sin apuros y con la convicción del adolescente. Lo más grave es que las familias quisieran que sus pupilos opten por una profesión de educación superior de acuerdo a sus preferencias.
Y es que lo que debiera ocurrir, especialmente, en el marco de la tutoría sobre todo en los grados de la secundaria, atendiendo lo socioemocional y lo cognitivo intelectual, es que el adolescente en el marco crucial de la consolidación de su identidad logren vivenciar experiencias educativas sobre la oferta educativo profesional del sistema educativo universitario, pero también las particularidades específicas de la demanda laboral y profesional del entorno socio-cultural, pero fundamentalmente tener claras los perfiles de las carreras de ciencias, humanidades y tecnologías.
Igualmente, después de orientación el adolescente debe explorar a sí mismo en base a los logros de aprendizaje en su vida escolar sus capacidades articuladas a sus conocimientos y actitudes ciudadanas para ver si hay un correlato entre las carreras profesionales que le gustaría estudiar y sus saberes fundamentales correspondientes.
Todo lo señalado tiene que ir acompañado con una buena consejería de sus inclinaciones, es decir lo que le gusta. Y de sus intereses futuros. Todo ello teniendo en cuenta el proyecto de vida que aspira como persona. Después de este proceso recién el alumno debe tomar la difícil decisión vocacional. Todo esto es válido para los institutos y escuelas superiores.




