La detonación de un explosivo la noche del pasado viernes en los exteriores de “La Casa de la Salsa”, concurrido local de entretenimiento en el distrito de La Victoria, se constituye en una gravísimo hecho que reafirma la certeza de que la inseguridad y violencia que se vive en Lima parece no tener fin; al contrario, crece indiscriminadamente. Cuatro personas heridas fue el desenlace de un cobarde atentado a uno de los lugares más concurridos de la capital, que en ese momento iniciaba su habitual desfile de cantantes y orquestas que se reúnen cada fin de semana. Si ya habíamos sido testigos de ataques a otros locales de entretenimiento, esta vez apuntar a uno de los lugares más emblemáticos del género de la salsa y que siempre convoca a miles de asistentes, demuestra que los delincuentes detrás del atentado no tienen el mínimo temor a las autoridades encargadas de enfrentar a la delincuencia y los extorsionadores. Y ya que hablamos del rubro del entretenimiento, conocidas figuras de la música, vienen siendo amenazadas y atacadas por estos miserables delincuentes que realmente apuntan a todos los sectores de la sociedad. Un ejemplo palpable de una figura de la música que no deja de ser extorsionada, es Toño Centella, intérprete de cumbia, que denuncia agresiones frecuentes y amenazas de los malhechores. No hay que olvidar, que en diciembre último, el bus de la orquesta Armonía 10 fue baleado mientras se encontraba estacionado, listo para trasladar a los músicos a sus presentaciones. El mundo de la cumbia también lloró la muerte de la jovencita Thalía Manrique Castillo, de la orquesta norteña Hermanos Guerrero, quien murió tras un violento asalto en la carretera Ñunya Jalca, en Bagua Grande, región Amazonas. La lista de artistas que están sufriendo, y muchos, silenciosamente, este clima de miedo y amenaza, es grande y debe parar si es que no queremos que el país se convierta en el desgobierno total. Sin embargo, a pesar de este ambiente de inseguridad y muerte, músicos y cantantes, así como millones de peruanos, deben seguir trabajando para llegar el pan a sus familias, y escuchar incrédulos que están bajando los índices de violencia y que ya se están identificando a las bandas detrás de la muerte de peruanos inocentes. Palabras al viento y hasta pareciera una burla constante y premeditada.