Es muy fácil criticar la calidad de las instituciones peruanas y lanzar anatemas contra la supervivencia de tal o cual organismo. Pero lo que casi todos suelen olvidar es el gran axioma del estudio sobre la administración pública: “no hay reforma sin la participación de los reformados”. Es decir, cualquier intento de reforma está condenado al fracaso si no cuenta con el compromiso voluntario del organismo objeto de la reforma. Por eso, sin la participación de los jueces y los operadores de justicia, cualquier reforma está condenada al fracaso.Además, los problemas del Poder Judicial tienen que ser analizados en un marco más amplio: el de la crisis del Estado invertebrado peruano. En efecto, los problemas de nuestro Poder Judicial son, fundamentalmente, problemas de todo el Estado. Si bien es cierto es posible encontrar remedios concretos a ciertos cuellos de botella en el Poder Judicial, la crisis, que es estructural y de personas, es la misma que aqueja a todo el aparato estatal.

La evidencia demuestra que, en gestión pública, es fundamental contar con los stakeholders al momento de iniciar un proceso de cambio. Si no se cuenta con el apoyo de los interesados, es imposible una reforma cabal que solucione problemas estructurales, desde la raíz. Siempre es posible maquillar, pero arreglar los fallos estructurales, refundar y reconducir una unidad de gestión implica un acuerdo con los interesados o, en su defecto, caeremos en el adanismo estéril e ineficaz. Todo esto se debe tener en cuenta al hablar de la reforma del Poder Judicial. Con los miembros del PJ todo es posible. Sin ellos, nada se alcanzará de verdad.

TAGS RELACIONADOS