La cosa se ha puesto muy crítica en el país por esta pandemia, al extremo que el presidente de la Sociedad Peruana de Medicina Intensiva, Jesús Valverde, ha señalado que en muchos hospitales sus colegas están optando por dar camas de cuidados intensivos solo a pacientes con posibilidades de sobrevivir, con lo que dejan afuera a adultos mayores y gente con males preexistentes o con cuadros de mayor gravedad.

Lo que en marzo o abril veíamos que sucedía en países lejanos como Italia y España, hoy ocurre aquí, por lo que es necesario que el gobierno del presidente Martín Vizcarra actúe con total transparencia y sinceridad ante los peruanos. De qué vale decir que hay camas disponibles en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) si los médicos tienen que seleccionar a quién salvan y a quién no, porque no es posible conectar a todos a un respirador.

Mientras en Correo revelábamos el testimonio del doctor Valverde, en las redes sociales circulaba el doloroso video grabado en el hospital Guillermo Almenara, que da cuenta de la muerte de una paciente en silla de ruedas antes de recibir atención médica en la zona de triaje diferenciado de ese centro asistencial. El ambiente se ve repleto de pacientes, lo que es una clara muestra que el sistema de salud ha sido largamente rebasado.

Por eso, es vital que el gobierno actúe con total transparencia y sin pensar en las encuestas y la popularidad. Algunas investigaciones periodísticas señalan, de otro lado, que el número de fallecidos por coronavirus está muy por encima de las cifras reportadas oficialmente. Por ejemplo, Ojo Público da cuenta que hasta el viernes el Hospital Regional de Loreto registraba 801 muertos por COVID-19, pero para el Ministerio de Salud la cifra llega a 92.

La cosa está dura y el gobierno tiene la obligación de mostrar la verdad con toda su crudeza. Los peruanos se están muriendo por falta de atención no solo en Loreto o Lambayeque, y eso hay que decirlo, en lugar de dar cifras que no estarían reflejando la verdad por motivos que ojalá algún día podamos conocer. No es momento del cálculo, ni de esperar el aplauso ni de persistir en errores, cuando la realidad nos dice otra cosa.