Las declaraciones dadas ayer por la lobista Karelim López ante la Comisión de Fiscalización del Congreso han dado directo en la yugular al presidente Pedro Castillo, de quien ha dicho que es el cabecilla de una organización criminal para direccionar obras a cargo del Ministerio de Transportes y Comunicaciones , que por largos meses estuvo un cargo de Juan Silva, el que fue despedido con mariachis una vez que tuvo que renunciar al cargo antes que lo vaquen.

Sin pelos en la lengua, López ha acusado al mandatario de estar al frente de toda la inmundicia que hemos ido conociendo desde fines del año pasado, siempre de la mano de sus sobrinos prófugos, que eran los que coordinaban las reuniones mafiosas en la calle Sarratea . ¿Dirán ahora que lo señalado ayer es un invento de la prensa o de la “derecha vacadora”? ¿Saldrá el pintoresco Waldemar Cerrón a decir que esta señora forma parte de un “complot golpista”?

El que también ha quedado muy mal es el impresentable premier Aníbal Torres, quien cuando era ministro de Justicia y Derechos Humanos –según Karelim López– se mostró más que interesado en que Bruno Pacheco, el ex secretario de Palacio de Gobierno al que le encontraron 20 mil dólares en un baño, salga del país “para que no hable”. También lo acusó de haber cesado al procurador Daniel Soria, por hacer su trabajo ante estos hechos de corrupción. ¿Obstrucción a la justicia? ¿Complicidad?

El que ha dado entre pena, risa e indignación ha sido el congresista de Acción Popular Elvis Vergara, quien intervino en el interrogatorio a López en la Comisión de Fiscalización, quizás tratando de desacreditarla y limpiarse, teniendo en cuenta que sería uno de “Los niños “. En su momento tendrán que responder por sus actos. seguramente, esta es la gente que llevó al Congreso un partido político que algún día fue importante.

Lo dicho por la señora López no está algo aislado. Viene a ratificar lo que hemos venido conociendo de unos pocos desde noviembre pasado, y nos aproxima más a la certeza de que estamos siendo gobernados por una banda de delincuentes que han querido “hacer caja” desde el primer día que tomó el poder como mansas palomas y pontificando sobre humildad y decencia. Solo queda ver la forma de biblioteca al país de estos sujetos que como vemos, han llegado para quedarse gracia a su Constitución.