Es frecuente encontrar en los discursos del presidente del Consejo de Ministros, Aníbal Torres, ataques tan explícitos contra la Fiscalía y los medios de comunicación como los ocurridos en la conferencia de prensa del último domingo.

A la Fiscalía calificó de inoperante por no actuar ante el “evidente tráfico de influencias” en el caso de César Acuña y Lady Camones, en tanto, a la prensa la degradó al llamarla “mercenaria, cínica y corrupta”.

Es ya una tradición que Aníbal Torres, ante una precaria defensa, se dedique a agredir a los que no piensan como él. Es la lógica del que tira barro a otros para sentirse más limpio. Lo que le importa no es trasmitir una verdad sino generar un efecto. Y da clases de autoridad moral justo quien ha sido incluido en la Fiscalía en las investigaciones preliminares por el delito de organización criminal.

Una persona que no tiene la ponderación y la diplomacia que el cargo le exige, y por el contrario hace gala de insultos y agravios a horario corrido contra otros peruanos, dice ahora que “dejemos los odios” luego de informar que lo amenazaron de muerte. Una clara incongruencia del premier.

Y no solo eso. Aníbal Torres además genera caos con discursos incendiarios, pero al mismo tiempo pide “estabilidad política para que haya estabilidad económica”. A estas alturas, sus conceptos más que indignación generan hilaridad.