Desde los tiempos de la última campaña electoral era fácil de prever que en la eventualidad de un triunfo de Perú Libre, cosa que finalmente sucedió, el entorno del presidente Pedro Castillo iba a estar conformado por una manga de advenedizos, incapaces, sinvergüenzas y pirañitas debido que al candidato del lápiz jamás le fue posible presentar un equipo profesional a la altura del inmenso reto de cargar sobre sus hombros un país devastado por la pandemia.

Ahora el país tiene que soportar a ministros como el de Transportes y Comunicaciones, a los impresentables sobrinísimos que se dejan comprar con una camioneta y un reloj, a Bruno Pacheco que se creía el dueño del Perú desde su baño adornado con 20 mil dólares y a Karelim López, una lobista que se las ingenió para llegar a las altas esferas del gobierno armando fiestas en Palacio de Gobierno con mariachis y animadoras infantiles.

Este es “el gobierno del pueblo”, el que según el presidente Castillo, la derecha y los medios se quieren traer abajo por pura inspiración racista y clasista, como si alguien aparte del profesor y su socio Vladimir Cerrón tuviera la culpa de todo el desmadre que ha descrito la señora López ante un fiscal para tratar de no ir pronto a armar jaranas al penal de Santa Mónica, bajo cargos de corromper a funcionarios públicos para que sus clientes ganen millonarias licitaciones.

¿Quién habilitó el despacho paralelo de Sarretea?, ¿quién llevó a Pacheco a Palacio de Gobierno sin cumplir los requisitos para el cargo?, ¿quién dio poder a los sobrinos angurrientos que han operado de la mano de un prontuariado empresario? Acá los únicos responsables de estar contra las cuerdas y quizá en la previa a larguísimos procesos judiciales que podrían llevarlos a la cárcel (miren cómo está acabando Ollanta Humala) son los que ganaron las elecciones en junio último.

Mal hace el presidente en victimizarse, algo que a estas alturas ya suena ridículo y a tomadura de pelo. De igual forma, quienes aún defienden al profesor deberían darse cuenta que jugársela por el socio de Cerrón a nada bueno los va a llevar. Se entiende que ministros como Aníbal Torres, Hernán Condori y Silva no tengan problema en seguir siendo parte del régimen, pero hay otros que podría creerse aún que son personas que no quieren ver su nombre manchado. ¿Se van a quedar?

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