Son muchas las formas que existen de aproximarnos a la realidad. Una de esas formas es la poesía. Los ojos de los pobres es un poema en prosa escrito por el francés Charles Baudelaire en 1869. Con el propósito de dar a conocer al gran público esta singular pieza poética, trataré de sintetizar -según mi modesta manera de interpretar- lo que, en su bellísima prosa expresa la sensibilidad de Baudelaire. El poema narra la historia de una pareja que decide sostener una conversación en un resplandeciente café, recientemente aperturado. La nueva cafetería era el símbolo de la elegancia, del lujo aristocrático y del esplendor más elevado. Mientras intercambiaban impresiones, la pareja observa la repentina aparición de seis ojos que los atravesaban con su dolor. Eran tres sucios rostros que miraban con perplejidad el lujoso café, y que en lo más recóndito de su interior se lamentaban porque sabían que para ellos era imposible acceder a un sitio como ese, ya que la amarga y cruel pobreza se los impedía. El novio, para contrastar sus sentimientos, mira con atención a su novia, quién dice sin titubear: “¡No soporto a esa gente con los ojos abiertos como platos! ¿No puedes decirle al encargado del café que los eche de ahí?”. ¡Qué frialdad hay en su corazón!, exclama el novio, desencantado y avergonzado. En estos tiempos navideños, la sensibilidad aflora con mayor frecuencia. El pueblo padece las consecuencias de una economía paralizada por la ineptitud de los políticos. Los desvalidos son muchos y las manos cooperadoras deben multiplicarse. No miremos con silenciosa indiferencia las tragedias del prójimo. ¡El pueblo nos necesita!