Desde que Netflix, la poderosa plataforma de difusión de contenido por streaming, anunció el inicio del rodaje de una serie basada en la inmensa “Cien años de soledad”, la polémica se generó inmediatamente. Muchos recordaron que su autor, Gabriel García Márquez, siempre había comentado que no veía con buenos ojos una adaptación de su novela al cine: “la novela, a diferencia del cine, deja al lector un margen para la creación que le permite imaginarse a los personajes, a los ambientes y a las situaciones como ellos creen que es”, dijo el Nobel en una entrevista. Además, por lo compleja de la novela, sus saltos en el tiempo, la cantidad de personajes y el realismo mágico que es parte vital de la historia, una película era un proyecto imposible para la pantalla grande. Pero, contra todos los pronósticos, a fines de 2024, tras un año de grabaciones y la autorización de los herederos de Gabo, el mundo entero a través de Netflix, disfruta de los ocho capítulos de la primera temporada de “Cien años de soledad”, la serie, que ha generado pasiones de uno y otro lado. El libro, que narra la historia de la familia Buendía a lo largo de siete generaciones en el pueblo ficticio de Macondo, es hoy un adaptación audiovisual realizada por productores, actores, diseñadores, técnicos y guionistas colombianos que han logrado un producto de gran nivel, que echa por tierra la desconfianza de quienes pensaban que era poco más que un sacrilegio tocar “Cien años de soledad”. Evidentemente, siempre será mejor una novela, leerla, imaginar los personajes y el mundo en el que se desarrollan, pero si enfrentas un proyecto audiovisual cuyo lenguaje es otro, que tiene sus propios códigos y logras preservar la esencia de la historia, conseguiste lo que habías estado buscando. Las guionistas de la serie, las colombianas Camila Brugés y Natalia Santa, lo explican muy bien. “Nunca nos tomamos licencias caprichosas, sino que fueron para comunicar cosas que de pronto en el libro funcionan perfectamente, porque es un lenguaje literario con unas leyes y unas dinámicas específicas, pero que en lenguaje visual no. Lo que hicimos fue darnos licencias dentro de lo que el mismo universo de Gabo propone”, dijo Natalia Santa. Asunto resuelto, los indignados que siguen protestando por la serie y la consideran una afrenta a la memoria de Gabo, que se queden en su molestia, quienes aplauden la serie, acérquense a la novela para disfrutar del placer de leer una obra maestra.