Soy uno de los convencidos de que el actual ministro del Interior, Juan José Santiváñez, debió irse hace tiempo a su casa no solo por los pésimos resultados que arroja su gestión por más que el caballero no crea en las cifras oficiales de asesinatos que maneja del Ministerio de Salud, sino también por tratar de aplicar sus “estrategias” de exabogado de algunos personajes dudosos para agarrarse con uñas y dientes en el cargo, en medio de los escándalos en que anda metido desde el inicio de su gestión.

Hace tiempo tuvo que ser relevado por la presidenta Dina Boluarte y el premier Gustavo Adrianzén. Sin embargo, seamos sinceros, la necesaria salida de Santiváñez que ojalá se dé hoy mismo, no va a ayudar mucho en el objetivo principal que debería tener el Estado y la ciudadanía, que es la reducción de los niveles de criminalidad que se traduce en extorsiones, asesinatos, robos y hasta secuestros con torturas y muertes. No olvidemos que en los primeros 20 días del 2025 se han reportado 106 homicidios.

Estoy seguro que el ministro del Interior que venga tampoco podrá hacer mucho simplemente porque desde el Estado no hay una estrategia integral para luchar contra la criminalidad. No todo es comprar patrulleros adicionales, sacar a las calles a los policías que hacen labores administrativas, botar a fin de año a los malos efectivos, acelerar los cursos en los centros de formación de agentes o hacer batidas durante las madrugadas en barrios picantes. Esto lo vemos hace décadas y los delitos solo han ido en aumento.

De otro lado, están los jueces y fiscales ineptos o corruptos que liberan a delincuentes capturados, y un sistema carcelario que no funciona principalmente por el hacinamiento que padece. Recordemos que las propias autoridades están sindicando a un interno del penal de Cajamarca como el autor intelectual del atentado dinamitero contra la sede del Ministerio Público de Trujillo. Y esto no es de ahora. Los penales son desde hace años centros de operaciones de cabecillas de bandas criminales.

Por eso, no nos ilusionemos mucho con la salida de Santiváñez, que al día siguiente de que se vaya para bien del país, van a seguir robando y matando en las calles. El problema es de fondo y dudo que un gobierno débil y sin iniciativas como el actual, que está a cargo de una mandataria empeñada solo en sobrevivir y en salvar a la gente de su entorno, se pueda avanzar mucho. Quizá a partir de julio del 2026, si votamos bien, veamos los resultados contra la criminalidad que todos esperamos desde hace casi dos décadas.