La marcha de ciudadanos en contra de la dictadura que encabeza Nicolás Maduro llevada a cabo el sábado último en Venezuela ha sido multitudinaria, y ha dado un mensaje a los gobiernos de países que aún apoyan al chavismo asesino y ladrón en el sentido de que están hartos de vivir bajo las pestilentes botas de un grupo de tiranos que se niegan a dejar el poder porque saben que solo les espera la cárcel o el exilio.
El respaldo a la lideresa opositora María Corina Machado y al presidente electo Edmundo González Urrutia ha sido masivo, como para que los vergonzantes gobiernos de Brasil, Colombia y México vean cómo son las cosas en Venezuela, donde las elecciones han sido robadas.
Si las actas dieran la razón a Maduro, ¿no creen que hace tiempo las hubiera mostrado al mundo en medio de un gran show?
Es de esperarse que en los próximos días la casi siempre inservible Organización de Estados Americanos (OEA) vuelva a reunirse en Washington para aprobar una condena a Venezuela y exigirle a la dictadura que muestre las actas electorales o, en todo caso, que Maduro y sus cómplices dejen el poder de una vez.
Si no lo hace, más allá de lo que diga la OEA, Maduro se expone a que la gente harta se levante y apele a la violencia incontrolable para volver a ser libre y digna. El chavismo no debe descartar esta posibilidad.