“Tenemos un excelente ministro del Interior”, expresó hace poco la presidenta Dina Boluarte. A veces pensamos que este tipo de frases solo busca provocar a los peruanos. Justo lo dice cuando las cifras de asesinatos en los primeros días del año son escalofriantes. Para muestra un botón, en 8 horas -entre el lunes y martes de esta semana- se registraron siete homicidios en la capital. Con ello, son más de 60 los muertos a manos de delincuentes en los primeros días del 2025. Y eso sin contar los heridos. Por ejemplo, el director del hospital Sergio Bernales de Comas, César Baltazar, manifestaba que en ese nosocomio “llegan entre 3 a 5 heridos de bala en un día”.
Es evidente que la mandataria no visualiza el problema de la criminalidad en su real dimensión. Destacar la gestión del ministro del Interior solo da luces que vive en una realidad paralela donde todo es de maravillas. Todo indica que es un respaldo al ministro que es funcional a sus intereses.
Dina Boluarte no solo minimiza la delincuencia en el país. Además no enfrenta decididamente a la corrupción. Su Gobierno presentó observaciones a la la ley sobre la detención preliminar en casos de no flagrancia. Propone limitar esta medida a 10 delitos, excluyendo la corrupción de funcionarios. Esto es preocupante. La corrupción no solo carcome las instituciones democráticas, sino que también tiene un efecto devastador en la calidad de vida de millones de ciudadanos al desviar recursos esenciales para la educación, la salud y la infraestructura.