América Latina está muy concentrada en priorizar las matemáticas en los colegios, (sin mucho éxito para 2/3 de los alumnos), en vez de priorizar el desarrollo del pensamiento y la actitud científica, que puede tener un impacto mucho más decisivo en el bienestar de la humanidad. Veamos un par de ejemplos.

Manu Prakash, bioingeniero de Stanford y su equipo diseñaron el Foldscope, un microscopio hecho de papel descartable que vale 50 centavos de dólar. Se dobla como origami y permite detectar las infecciones y enfermedades parasitarias más comunes del mundo en desarrollo (malaria, Chagas, TB, giardiasis, etc.). Puede usar una lámina de vidrio estándar (75x25x1 mm) o de plástico que viene en el mismo kit. Con centavos resuelve masivamente el problema del diagnóstico certero.

Dror Fixler y su equipo en el Laboratorio de Microscopía de luz avanzada en la Universidad Bar-Ilan de Israel está desarrollando un kit con un enjuague bucal que se compra en las farmacias para saber si sufre cáncer en la cabeza, el cuello, la lengua o la garganta (contiene nanopartículas de oro). Ya se probó con éxito en animales, con un 97% de especificidad y 87,5% de sensibilidad. Ahora el método se encuentra en ensayos humanos en el Centro Chaim Sheba.

Ellos no se han dedicado a cultivar las matemáticas en abstracto, descontextualizadas, como en las áreas curriculares escolares. Se han dedicado a desarrollar su curiosidad científica que es independiente de su saber matemático, buscando resolver problemas que afectan a la humanidad.

La impotencia peruana ante COVID ¿no ha evidenciado la falta que nos ha hecho?