En el Perú deberíamos estar notificados de que cada vez que algún gobernante propone la pena de muerte, es porque se encuentra es serios problemas con la gestión y la popularidad. Ayer la presidenta Dina Boluarte ha salido nuevamente con esa “iniciativa”, como queriendo recoger la indignación y el dolor generalizados que ha ocasionado el asesinato del vocalista del grupo musical Armonía 10, aunque todos sabemos que hoy es casi imposible aplicar esa medida.
Meses antes, tras la violación y asesinato de una menor de edad, la presidenta Boluarte propuso aplicar la pena capital a quienes cometan esos execrables delitos. En las últimas horas, luego del crimen del músico piurano Paul Flores, ha dicho que “está pensando” que se elimine a los sicarios y asesinos, como si su débil gobierno de salida, un sistema de justicia que es lamentable y un Congreso para el olvido, estuvieran en condiciones de hacer una modificación constitucional de ese calibre.
Un comentario aparte merece el hecho de que la jefa de Estado haya escogido para hablar de estos temas “duros”, nada menos que la ceremonia de inicio del año escolar en un colegio de Independencia, es decir, delante de niños y jóvenes. ¿Nadie la aconsejó buscar otro auditorio? Qué tienen que estar escuchando estos menores un discurso político en el que incluso se plantea acabar con la vida de seres humanos por más despreciables que sean y por más que no merezcan estar en este mundo.
Si la mandataria ha sacado de la manga la “idea” de la pena de muerte, es porque no existe mayor estrategia o plan para hacerle frente a asesinos, ladrones, extorsionadores, violadores y demás lacras. Y eso debería preocuparnos a todos los ciudadanos que sin excepción estamos expuestos a esta ola de violencia que también tiene como grandes responsables a un sistema de justicia que no actúa con el rigor que le permite la ley ante los delincuentes que arresta la Policía Nacional.
Estoy seguro que en los próximos días, cuando se vayan diluyendo los sentimientos generados por la lamentable muerte del músico de Armonía 10, el tema de la pena de muerte quedará en el olvido, y como siempre seguiremos de tumbo en tumbo en la lucha contra la criminalidad que todos los días cuesta la vida de peruanos que salen a trabajar honestamente como sucedió con el cantante, y como ocurre con transportistas, bodegueros, cocineros, promotores de colegios y emprendedores.