Imposible saber por qué postulan al Congreso personajes como Digna Calle (Podemos), si prefiere vivir en Estados Unidos en lugar de estar en el país cumpliendo las labores de representación, fiscalización y generación de leyes, tres funciones que manda la Constitución para todos aquellos que de forma voluntaria y sin que nadie los obligue, deciden postular al Poder Legislativo. ¿No es mejor, acaso, no tener cargo alguno en el Estado y viajar libremente por donde quiera?

Si esta señora sabía que el cargo de congresista es irrenunciable y que implica responsabilidad y trabajo serio, ¿por qué no se quedó en su casa en lugar de candidatear en los comicios de 2021? Tiene todo el derecho del mundo a viajar y disfrutar de sus propiedades en Miami o donde sea. Eso no está en discusión. Lo cuestionable es que lo haga y viva en otro país, con licencia eterna, habiendo asumido un compromiso con sus electores. Mejor hubiera dejado que una persona con compromiso y ganas de aportar al país, ocupe esa curul.

Sin duda, a todo esto ayuda el hecho de que no esté regulado el plazo máximo de licencia sin goce de haber que puede pedir un congresista. Sería bueno que ahora que ha salido a la luz el surrealista caso de la señora Calle, quien incluso vota desde su casa de Miami, se ponga un tope. De esa manera, si hay una prolongada ausencia sin justificación razonable, se tendría que retirar al legislador y colocar en su lugar al accesitario que quizá si venga con ganas de trabajar como se debe.

Lo mismo va para quienes son parte de la plaga de los “mochasueldos”. Si saben bien cuánto es el sueldo de un legislador, para qué postulan si les parece poco y van a estar apropiándose del dinero de sus trabajadores. Mejor hubiera sido que se dediquen a otra cosa, ejerzan su profesión o pongan un negocio para vivir tranquilos, antes de estar dando vergüenza una vez que son descubiertos pidiendo ir al cajero, como la fujimorista María Cordero; o exigiendo la compra de un proyector para la oficina, como el castillista Edgar Tello.

A todos los que sueñan con viajar libremente por el mundo, ir a ver partidos del fútbol en Europa o visitar al papa en semana de representación como hacia Richard Acuña, o tener en el bolsillo con más plata de la que el Estado les entrega por su trabajo, cabría decirles que no postulen al Congreso. Sean libres y felices, disfruten y no quiten la oportunidad a quien realmente esté dispuesto a dar lo mejor de sí por el bienestar de un país en el que hay mucho por hacer. Nadie los va a criticar. Al contrario, le harían un bien a los peruanos.

Si saben bien cuánto es el sueldo de un legislador, para qué postulan.