A la seguidilla de malas decisiones que viene tomando el Poder Ejecutivo hay que agregar la designación del economista Alejandro Narváez Liceras como flamante presidente del directorio de Petroperú.
En más de una oportunidad, Narváez Liceras se ha mostrado en contra del camino trazado por la saliente directiva, encabezada por Oliver Stark, que propuso que un gestor privado se haga cargo de la principal empresa del Estado para ver si así sale de la quiebra en la que se encuentra. Pese a esta postura, ha sido nombrado como la máxima autoridad en Petroperú.
Pero eso no es todo. Esta persona ha intentado llegar al Congreso con Juntos por el Perú, partido que postuló, en su momento, a la radical Verónika Mendoza a la Presidencia de la República, apoyó desde el Legislativo al golpista Pedro Castillo a cambio de un ministerio para su presidente, el congresista Roberto Sánchez Palomino; y ahora podría ser la pata de cabra que el asesino de policías Antauro Humala usaría para intentar llegar a algún cargo público.
¿Qué tienen en común todos estos personajes? Que viven bajo la premisa de que el Estado debe tener más empresas financiadas por todos los peruanos, y ya sabemos a dónde nos llevó eso.
Poner a Narváez Liceras como cabeza de la petrolera estatal es el segundo mensaje que da el gobierno respecto a que ha claudicado. El primero fue el Decreto de Urgencia 013 - 2024 que dio un salvataje a la petrolera pese a las recomendaciones de su anterior directorio. Bienvenidos a los nefastos años 70 y 80.