Los que sueñan con tener un estado lleno de empresas públicas como en el pasado nefasto, allí tienen la triste e indignante realidad de Petroperú, que demuestra el nivel de ineficiencia y corrupción con que suelen ser manejadas estas entidades elefantiásicas que solo generan millonarias pérdidas a un país de por sí carente de recursos para atender sus múltiples necesidades.

Con estas experiencias, hoy nadie en su sano juicio puede seguir promoviendo a un Estado-empresario a cargo de las diversas actividades económicas. Lo mismo para quienes hablan de que la educación y la salud deben estar en su totalidad en manos del sector público. ¿Para qué? ¿Para que todo sea manejado por ministros que plagian tesis o gente como Hernán Condori, José López o Kelly Portalatino?

El caso de Petroperú es grave y escandaloso porque su situación es producto de un manejo ideologizado que no viene de ahora, sino de mucho antes, que llevó a la millonaria “modernización” de la Refinería de Talara, un elefante blanco que ha agujereado aún más las finanzas de la compañía, cuyas deudas tenemos que cargar todos los peruanos.

A eso se suma le corrupción reinante en este gobierno, a extremo que el Ministerio Público maneja la hipótesis de que corrió plata para nombrar a un gerente general como Hugo Chávez, descalificado para el cargo. Luego vino Humberto Campodónico, el padre del absurdo ideologizado de la refinería. ¿Quién responde por todo esto? Así se manejan las empresas públicas en el Perú.