Max Weber, sociólogo, politólogo e historiador alemán tuvo su más destacado aporte para el funcionamiento de los estados y la administración pública, con el estudio de la burocracia. Lejos de la peyorativa adjetivación que la burocracia tiene hoy en día, la burocracia según Weber consistía en una forma de organización capaz de ejercer desde el Estado un tipo de poder eficiente para lograr resultados con mayor precisión, estabilidad, probabilidad y disciplina.
Frente a otros modelos de organización estatal, la burocracia se ha sostenido en el tiempo como el mejor modelo de organización para la implementación de políticas públicas. Para constituirse como un poder generador de resultados para la sociedad, requiere de condiciones básicas como lo es la profesionalización del cuerpo de servidores públicos que la componen y por consiguiente, de meritocracia.
En el Perú, hace poco la Comisión de Trabajo y Seguridad Social del Congreso de la República aprobó el dictamen que deroga la Ley del Servicio Civil, (Ley N° 30057) e instaura una serie de nuevas regulaciones laborales en la administración pública. Esto, sin el debido debate técnico realizado previamente a su votación.
Es cierto que el tránsito a la Ley Servir necesita perfeccionarse, pero cuesta trabajo creer que la iniciativa parlamentaria se encuentre sustentada en evidencia e indicadores de resultado de la aplicación el régimen SERVIR. Lamentablemente, nos estamos acostumbrando a que leyes que tienen impacto en el bienestar y vida de los peruanos sean aprobadas o derogadas sin el debate público requerido para recoger consensos y las mejores propuestas.
El 29 de mayo se conmemora el día del servidor público, fecha propicia para reflexionar sobre las implicancias de la derogación de la Ley Servir.