El enérgico pronunciamiento del canciller Javier González-Olaechea en la sesión extraordinaria del Consejo Permanente de la Organización de Estados Americanos (OEA) ha generado un gran respaldo de los peruanos, pero también algunos reparos y hasta críticas.

Por ejemplo, el defensor del Pueblo, Josué Gutiérrez, exabogado del líder de Perú Libre, Vladimir Cerrón, y escudero vergonzante de Nadine Heredia, ha dicho que es imprudente de parte de cualquiera pronunciarse antes que esté supervisado o fiscalizado el resultado de las elecciones presidenciales en Venezuela. “Yo veo poco serio cualquier pronunciamiento de cualquier autoridad, más si es autoridad, poco prudente”, dijo.

La postura de Gutiérrez parece estar influenciada por un sesgo ideológico que lo aleja de la realidad. Pedir prudencia ante la sangrienta dictadura de Nicolás Maduro, la destrucción de la democracia, el avasallamiento continuo de la división de poderes y la incapacidad absoluta de diálogo es, como mínimo, una actitud  pusilánime.

El fraude electoral en Venezuela ha sido considerado el mayor en la historia moderna de América Latina por diversos expresidentes y líderes internacionales. El discurso del canciller peruano ha sido coherente con esta percepción y ha reflejado la urgencia de dejar de lado los eufemismos. Su mensaje resonó en la sesión de la OEA y en todo el continente, marcando una posición clara y contundente.