Es lamentable lo que ocurre en el Congreso. A los escándalos por los “mochasueldos” y los blindajes se han sumado en los últimos días los casos de Digna Calle y los viajeros a Marruecos. Estos congresistas demuestran descaradamente que no les interesa su trabajo de representación y fiscalización. Prefieren el confort y los privilegios en estos tiempos que el país sufre por el dengue, la inseguridad ciudadana y la crisis económica. Si alguien se preguntara por qué el Legislativo tiene tan baja aprobación, las respuestas están a la vista.

Parece una perogrullada, pero lo único que les interesa a los parlamentarios es disfrutar de sus curules, pese a que su desprestigio sea boyante. Se nota que las lealtades entre un representante del pueblo y un congresista de estos tiempos son bien distintas.

Ya es momento que se restaure el orden. No es posible que una parlamentaria viva en Estados Unidos desde hace cuatro meses. ¿Para qué se postuló entonces? El presidente del Congreso, José Williams, intentó un cuestionamiento y solo dijo “es una falta de respeto”. Más que palabras, debe restaurar el orden en una estructura del poder que parece desquiciada. Hay que desaforar a los malos elementos y que prime un sistema de valores.

No puede ser que estos actos aceleren la descomposición del Legislativo y que nadie haga nada. De esta forma una de las instituciones fundamentales del Perú perderá su legitimidad.