Como en todo en el país, la historia registra los hechos y el periodismo va relatando ese acontecimiento cotidiano cada día. En ese recuento, una institución como el Ministerio Público de estos tiempos acabará demolida por el rol deplorable del Equipo Especial Lava Jato que han liderado Rafael Vela Barba y José Domingo Pérez. Tras ocho años de labor, cabe recordar que ese grupo nació infestado por el rol del periodista Gustavo Gorriti, que lo sometió a su poder, lo socavó y lo impregnó de su ideología persecutoria. Pero para que exista un sometedor, en el otro lado, deben estar los sometidos, aquellos que renunciaron a su rol constitucional y se arrodillaron, en el colmo de la genuflexión, al oscuro y maledicente personaje que gestó el que quizá sea uno de los fracasos judiciales más grandes de la historia. En los acontecimientos más recientes, a la caída de la colaboración eficaz de Jorge Barata se ha sumado la decisión del TC de excluir al abogado Arsenio Oré Guardia, fallo que constituye un eslabón más la cadena de atrocidades del EE y la confirmación de que su actuación estuvo marcada por el abuso, la persecución ideológica y el odio infinito. El Caso Cocteles va camino a ser la más grande estafa de una investigación fiscal y tiene como algunas “perlas” de sus desatinos el hecho que un juez devuelva 22 veces la acusación, que se hayan dictado prisiones preventivas sin ninguna justificación (con la complicidad del PJ) y que se haya filtrado, selectivamente, información para que antes de cualquier sentencia emitida en el marco de un correcto desarrollo procesal, se gestara un fallo mediático premeditado y abusivo que no admitiera disidencias. La prepotencia en toda su dimensión. En ese contexto, lanzó estas preguntas para el fiscal de la Nación, Juan Carlos Villena: ¿No es hora de evaluar la continuidad de Vela y Pérez?, ¿quién asume el multimillonario gasto tirado a la basura todos estos años? y ¿no hay allí una sanción política digna de analizar? Ojalá haya respuestas.