Ya es momento que el gobierno del Perú a través del Ministerio de Relaciones Exteriores, se ponga fuerte con el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador (AMLO), quien sigue considerando al presidiario Pedro Castillo como mandatario peruano y ayer, al confirmar el asilo al golpista detenido y a su familia, ha hecho extensivo ese ofrecimiento a quienes se sientan “perseguidos y acosados” en nuestro país.

Alguien debería decirle a este impresentable que en el Perú no hay “perseguidos ni acosados”, sino golpistas como Castillo y cómplices suyos como Aníbal Torres, Betssy Chávez y otros que sin duda tendrán que responder ante la justicia. También hay azuzadores, delincuentes y revoltosos que en los últimos días han generado daños a la propiedad pública y privada y han atacado a efectivos de la Policía Nacional, cuatro de los cuales están graves.

“Perseguidos y acosados” hay en Cuba, Venezuela y Nicaragua, países con gobiernos tiránicos y eternos a los que López Obrador no les hace reclamo alguno por el simple hecho de que son de la órbita del “socialismo del siglo XXI”. Lamentable que los mexicanos hayan elegido como gobernante a este sujeto, que no cree en la democracia y maneja la política exterior de su país guiado por su patético sesgo ideológico.

El presidiario Castillo ha dado un golpe de Estado en el Perú al disponer el cierre del Congreso y la toma completa del sistema de justicia. Además, ordenó la detención arbitraria de la fiscal de la Nación que lo investiga por ocho casos de corrupción y decretó un irregular toque de queda. Hasta gran parte de sus partidarios en el Poder Legislativo votaron para echarlo del cargo. ¿Este sujeto merece estar libre y de regreso en Palacio de Gobierno?

El Perú no se puede dejar pisotear por el mandatario mexicano, que nos deja ante los ojos del mundo con si fuésemos una de las tantas tiranías que tenemos en la región y que él tanto admira. Nuestra Cancillería no puede tener reacciones tibias ante semejantes agravios que vienen de un mandatario que envió a su embajador a la cárcel a visitar a quien acaba de dar una pateadura al orden constitucional y a la democracia. Una vergüenza para México.