En la sesión para solicitar la confianza del Congreso, el premier expresó la necesidad de desarrollar el curso de Educación Cívica. Sobre esto hay que reiterar que en el Currículo Nacional de la Educación Básica se enseñan aprendizajes cívicos en el área de “Personal Social” en todos los grados de inicial y Primaria. Igualmente ocurre en los cinco grados de secundaria, en los cuales se incluyen aprendizajes cívicos en el área de “Desarrollo Personal, Ciudadanía y Cívica”. Por eso tiene sentido lo que ha expresado el ministro de Educación: la intención es fortalecer- de manera teórica y práctica- los aprendizajes sobre civismo en los colegios.

La enseñanza y construcción de desempeños cívico-patrióticos, la conciencia histórico- nacional, el respeto a los símbolos y héroes nacionales, la identidad nacional, el respeto a las leyes, y los valores republicanos son fundamentales en la construcción permanente de un Estado Nación. El civismo está delimitado a la relación de los habitantes de un espacio político con el Estado-nación como único centro de autoridad y referencia.

Pero en una mirada de educación moderna, hace mucho tiempo, el concepto de ciudadanía es más amplio que el de civismo. Se concibe como un conjunto de manifestaciones humanas que -además de considerar la legislación y las conductas cívicas- implica: identidad, derechos humanos, participación plural y tolerancia, deberes, valores éticos-morales. Todo ello en un sentido de pertenencia a los espacios, con tolerancia y valorando la diversidad, la equidad, la interculturalidad y la inclusión en un horizonte de desarrollo humano, sostenido y económico.

Para lograr todo lo señalado “no es suficiente que se desarrolle ciudadanía y civismo en los colegios. Debe haber también un compromiso activo de la sociedad adulta”.