Les comparto mi wishful thinking sobre la reivindicación de los maestros. A diferencia de los médicos, ingenieros, arquitectos, contadores, etc. cuyas firmas avalan la capacidad profesional del firmante, las de los maestros ni siquiera son vistas como una opción para avalar el derecho a realizar un proyecto educativo o garantizar el cumplimiento de las condiciones de su local para la asistencia escolar. Este desprecio por los maestros se ha expresado mediante infinitas normas, protocolos, demandas administrativas y ausencia de autonomía, que en lugar de colocar las energías docentes al servicio de los alumnos, los obliga a colocarlas al servicio de la administración. Y esto ha sido tan válido para el sector público como el privado, que por lo demás, ha sido crecientemente asfixiado en las últimas décadas.
A diferencia de los centros comerciales, bodegas, fábricas, restaurantes, bancos o clínicas a las que pueden asistir personas siguiendo protocolos para su propio local, a los colegios y nidos les plantean protocolos de asistencia de público imposibles de cumplir en las zonas urbanas, haciéndolas depender de lo que ocurre en el distrito más que en el propio local. Además, asumen que los padres son irresponsables y no tienen criterios para decidir si sus hijos pueden o no ir al colegio que haya cumplido con las normas de bioseguridad interna.
Quien sabe un gobierno con candidatos que se propusieron revalorizar a los maestros como profesionales de la educación pueda liberarnos de esta discriminación profesional y dar más autonomía de gestión a los colegios.
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