La reciente ratificación del fraude electoral por parte del Consejo Nacional Electoral – CNE, de Venezuela, que asegura la victoria de Nicolás Maduro con un 51,95% de los votos, frente al 43,18% del opositor Edmundo González Urrutia, es una burla descarada a la democracia. La realidad es que el actual presidente venezolano perdió las elecciones por casi un 70%, un hecho que su régimen ha intentado ocultar mediante el uso de la fuerza y la represión.
Desde la proclamación fraudulenta de su victoria, Maduro ha intensificado su campaña de terror. En la última semana, hemos sido testigos del secuestro de miembros de la oposición y manifestantes que protestan contra el fraude electoral. La orden de detención en contra de la líder opositora María Corina Machado, muestra hasta dónde está dispuesto a llegar el régimen para mantenerse en el poder.
Las reacciones internacionales han sido contundentes. Tanto la Organización de los Estados Americanos – OEA, como la Organización de las Naciones Unidas – ONU, se han mostrado ineficaces frente a esta ruptura democrática y la sistemática violación de los derechos humanos. Sus espacios se han vuelto inútiles e inoperantes, incapaces de ofrecer una solución efectiva a la crisis venezolana.
La comunidad internacional ha negado el reconocimiento a Maduro, respaldando la victoria de Edmundo González. El pueblo venezolano debe mantenerse firme y unido en su resistencia. La lucha para derrocar al dictador no será fácil, pero es necesaria para restaurar la libertad y democracia en Venezuela.