Lamentablemente, pese a la situación por demás alarmante en que nos encontramos por el incremento de contagios y muertes a causa del COVID-19, miles de peruanos siguen adoptando conductas de riesgo. Lo vemos todos los días a pesar de los esfuerzos que hace la Policía Nacional que a su vez ha sido duramente golpeada por la muerte de más de 500 de sus efectivos.

Es verdad que el gobierno del vacado Martín Vizcarra afrontó muy mal la crisis, al extremo que nos dejó sin vacunas. Sin embargo, en esta alarmante segunda ola también hay responsabilidad de los ciudadanos que se van de fiesta, que no adoptan los protocolos de seguridad en el transporte público o que se aglomeran alrededor de candidatos a los que solo les interesa ganar votos.

Se entiende que mucha gente tenga que salir a trabajar y llevar dinero a su casa. Sin embargo, hay muchas situaciones de riesgo que no tendrían por qué darse. Nos referimos a las reuniones familiares, salidas a la playa pese a las restricciones u otras actividades en que no se guarde el distanciamiento y se incrementen los riesgos de forma innecesaria.

No podemos bajar la guardia o pretender que un policía o un militar nos esté diciendo qué tenemos que hacer. Nuestra vida está en juego.