Un efecto secundario a considerar de la migración escolar al mundo virtual es la de la revalorización mutua que ha estado ocurriendo entre padres y maestros.

Los padres han empezado a valorar la compleja labor de los docentes al ver en su propio hogar, a través de sus hijos vinculados virtualmente con los maestros, lo complejo de su trabajo, sumado al doble rol profesores-organizadores de su propio hogar, con hijos y padres a los cuales atender en el mismo espacio y tiempo en el que trabajan como docentes, con la abrumadora carga laboral y emocional que eso implica.

Eso ha llevado además a los padres, como observadores directos y cercanos de lo que significa el quehacer escolar de sus hijos, a volverse más conscientes de los aspectos de la escuela tradicional que debieran ser modificados y también más críticos la escuela tradicional, es decir el currículo, trabajos, tareas, evaluación y exclusión. Así mismo, la importancia que tienen para sus hijos las habilidades blandas que les permite adaptarse, ser resilientes, tolerar las frustraciones frente a las dificultades y la importancia de poseer la solvencia digital requerida para estos tiempos, debilitándose las barreras de los opositores al uso de la tecnología en educación.

Los profesores han podido entender mejor las realidades de cada familia a cuyo hogar ingresan diariamente por la vía virtual, el clima y las tensiones familiares, las preocupaciones por el empleo y los ingresos económicos, las condiciones en las que los niños estudian, y los miedos de los padres respecto a la capacidad de sus hijos de salir adelante.