Una habilidad central para la vida hoy en día es el trabajo en equipo. Por un lado, el desarrollo de las disciplinas nos lleva a una especialización cada vez mayor.

Paralelamente, los problemas que tenemos que resolver –como el cambio climático, las violencias, la desigualdad– son cada vez más complejos. Necesitamos trabajar juntos de forma eficiente y muy creativa.

En el 2012, Google lanzó un proyecto de investigación para identificar qué elementos hacían que los equipos sean altamente efectivos. El proyecto se llamó “Aristóteles”, en honor a la famosa frase atribuida al filósofo: “El todo es más grande que la suma de sus partes”.

Para sorpresa de los investigadores, más importante que los integrantes del equipo, era las formas de relacionarse que tenían. En orden de importancia, las dinámicas que disparan la efectividad de los equipos son: seguridad psicológica; poder contar con los miembros del equipo para lograr objetivos; estructura y claridad de los encargos; el sentido del trabajo (a nivel personal) y el impacto con el que el equipo siente que contribuye a la comunidad (Para más información visitar: ).

“Seguridad Psicológica” es un concepto acuñado por la investigadora de Harvard Amy Edmondson. Se refiere a la percepción individual de las consecuencias de tomar riesgos interpersonales. En sencillo ¿qué sucede si me lanzo en una reunión de trabajo y digo lo que siento/pienso, por más que no esté segura si es correcto o acertado? ¿Qué pasa si tomo el riesgo? ¿Quedaría en ridículo? ¿Habría represalias? ¿Mis superiores se fastidiarían?

Para que los equipos puedan funcionar a tope, cada miembro debe sentirse en un lugar seguro, porque sabe que ningún miembro lo va a maltratar, castigar o humillar por hacer una pregunta incómoda, admitir una duda/equivocación u ofrecer una nueva idea. Ahora preguntémonos ¿qué tanta seguridad psicológica tenemos en los espacios formativos: en la familia, la escuela, el trabajo?

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