Las promesas y “buenos propósitos” del presidente Pedro Castillo de colaborar con la justicia se degradan con la realidad. En los últimos días todo el país ha sido testigo de la forma tan burda de los inquilinos de Palacio de Gobierno de justificar la pérdida de las imágenes de tres cámaras de seguridad de la sede presidencial. Este hecho solo pone más dudas sobre la transparencia del Gobierno y fortalece la versión que el objetivo es encubrir a los allegados y familiares del jefe de Estado involucrados en presuntos actos de corrupción. Solo hay sombras.

Ante esta coyuntura, Castillo ha respondido que “sigue el hostigamiento. Hostigamiento judicial, penal, no les importa quebrar a la familia”. Lo único que hace es esconder entre lamentos las verdaderas respuestas. Su única pretensión es victimizarse y subestimar la inteligencia de los peruanos. Reduce su discurso a un acontecimiento de más importancia personal, bastante lejos del interés común de la gente. Por eso no hay comunión entre el Gobierno y los ciudadanos. Por supuesto eso se refleja en las calles y las encuestas.

“Solo se preocupan en sacar por la gran pantalla en lo que nos equivocamos”, añade el presidente. ¿Tuvo aciertos? Hoy por hoy un acierto sería que colabore con la justicia para que se investigue a los que están delinquiendo en su gestión.  Esperemos que demuestre que su modo de actuar en la vida esté arraigada en valores sólidos.