Ante la postura tomada por diversas bancadas del Congreso luego del asesinato del cantante del grupo musical Armonía 10, en el sentido de que sin pérdida de tiempo salieron a respaldar la censura del ministro del Interior, Juan José Santiváñez, todo esto en medio de la indignación de la ciudadanía cansada de la ola delictiva que nos golpea, la presidenta Dina Boluarte debería tomar nota de la fragilidad de esa “lealtad” que le profesan las agrupaciones políticas que hoy la apoyan con sus votos.

Tengamos en cuenta que en 2026 los actuales legisladores, todos o la mayoría, irán a la reelección a través del reinstaurado Senado de la República, y que a ninguno de ellos, a nivel de partido o en lo personal, les va a convenir electoralmente pedir el voto de los ciudadanos con el inmenso pasivo de ser el soporte de un gobierno como el de la presidenta Dina Boluarte, que tiene apenas 3% de popularidad y navega en escándalos como el los Rolex, el cofre y el de las cirugías estéticas quizá pagadas con puestos en el Estado.

A eso se suma que la violencia en las calles se ha desbordado y que hasta el momento nadie logra al menos controlarla. Una pésima señal dada por el gobierno en las últimas horas con respecto a la lucha contra la criminalidad es que insista en el absurdo de aplicar la pena de muerte y que haya dispuesto el estado de emergencia en Lima y Callao, sin que esto sea parte de un plan integral, como si sacando a la tropa se fueran a detener las extorsiones telefónicas y los crímenes selectivos de los sicarios.

Alguien debería decirle a la mandataria que así como de un día para el otro le han jalado la alfombra a un ministro impopular como Santiváñez “porque el ruido de la calle así lo pide”, lo mismo podría pasarle conforme se acerquen las elecciones del próximo año. Con qué cara los fujimoristas o podemistas y otros congresistas van a ir a hacer campaña y a pedir el voto de los ciudadanos con la marca en la frente de haber sido aliados de la señora Boluarte. De ahí a apoyar una eventual vacancia por alguna razón de peso o no, hay solo un paso.

Cuando la mandataria se sienta muy segura de quedarse en el cargo hasta julio del 2026, debería recordar que no cuenta con una bancada propia, con un partido, con operadores políticos y que quizá su “mejor” escudero sea su ministro de Educación, Morgan Quero. Frente a ese panorama nada positivo, debería ser consciente de que en determinado momento podría encontrarse en manos de este Congreso plagado de pillos, oportunistas, impresentables, “mochasueldos” y “niños” que hoy les son útiles. De terror.